yo te tocaba y no me decías nada. podía abrazarte que me ibas a responder siempre con un abrazo más fuerte hasta capaz que algún beso pero mis piernas siempre terminaban arriba de las tuyas y así las cosas estaban bien nunca tuvimos nada que aclarar y siempre sabíamos cuando parar. era tiempo compartido tiempo verano y tiempo sin fin hablarnos durante horas borrachos en alguna esquina viajes mareados en colectivos de capital y tardes en el río sin vientos ni frío, te extraño, ahora todos tus abrazos están ocupados y tus piernas se mezclaron para siempre con las suyas; no miras a nadie más y te moves siempre a su lado. quiero decirte algo y te aclaro, para esto, me saco el corazón con la mano: tu felicidad es la mía.
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